El pueblo de Tihosuco es un lugar de tradiciones en honor de los muertos. Sin embargo, había un chiclero que no creía y una vez se le hizo tarde, se quedó solo en su hato chiclero en medio de la selva en tiempos de finados. Grande fue su sorpresa cuando, a largas horas de la noche, se escuchaban las voces de los difuntos que iban de regreso al pueblo y a los altares dedicados en su honor.
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