

Eternidad (siempre hay un regreso) Irasema Parra
La vida y la muerte aparecen como un mismo ciclo, inseparables y complementarios.
El mural reúne símbolos profundamente arraigados en la memoria colectiva: la flor de cempasúchil de Copándaro y Tarímbaro como guía luminosa de las almas; los caballitos de madera de Cuanajo, evocación del juego y la tradición; el perro Xoloitzcuintle, guardián milenario del tránsito hacia el más allá.
El Tzompantli, con su crudeza y solemnidad, recuerda la fuerza ritual de lo prehispánico, mientras que una figura femenina purépecha se erige como sol y origen, diosa y madre, centro de este ciclo eterno. Al fondo, el mar sostiene la obra como símbolo de vida, fuerza y naturaleza. Cada elemento dialoga en un lenguaje de memoria y retorno, invitando a contemplar la muerte no como final, sino como tránsito continuo, unión con nuestros ancestros y regreso constante a la tierra.
16:00 - 23:30